domingo, 31 de marzo de 2013

888. ¿Qué debe pensarse de la limosna?






COMENTARIO EXEGÉTICO N° 888.

©Giuseppe Isgró C.


 888.   ¿Qué debe pensarse de la limosna?
-“El ser humano precisado a solicitar limosna se degrada tanto en lo moral como físicamente, embruteciéndose. En una sociedad fundada en la ley de Dios, y la justicia, se debe proveer a la vida del menos favorecido manteniendo su dignidad intacta; ella tiene la obligación de asegurar la existencia de los ineptos al trabajo sin dejar su vida a la merced del caso y de la eventual caridad”-.
Es, por lo tanto, censurable la limosna?
-“No, no es la limosna la que es preciso censurar, sino, frecuentemente, la manera en que es realizada. La persona de bien, que practica la virtud de la solidaridad  de acuerdo con la enseñanza impartida por Jesús, previene la asistencia al menos favorecido y no espera que se le extienda la mano. La verdadera solidaridad es siempre dulce, afable, y consiste más en el modo que en el acto. Un servicio realizado con delicadeza adquiere doble valor; efectuado con altanería, puede ser aceptado por la necesidad, pero no toca la conciencia. Recordad que la ostentación quita, a los ojos de Dios, el mérito del beneficio. Recordad lo que dijo el Maestro Jesús: -“Que vuestra izquierda ignore lo que ha hecho la derecha”; con esto quería significar que es preciso no opacar un acto de bondad con el orgullo. Es necesario distinguir la limosna propiamente dicha de la beneficencia. No es siempre el más necesitado aquel que pide; el temor de un humillante rechazo retiene de hacerlo al que verdaderamente lo precisa, que, con frecuencia, sufre pronunciar queja alguna. Esta es la persona a quien el benefactor sabe ayudar sin ostentación. Amaos como hermanos; esta es toda la ley divina, con la cual Dios gobierna los mundos. El amor es la ley de atracción para los seres vivientes y organizados; la atracción es la ley de amor para la materia inorgánica. Recordad siempre que el Espíritu, sea cual fuere su grado de progreso y su condición de encarnado o libre de ligamen físico, se encuentra colocado, siempre, entre un superior que lo guía y perfecciona, y otro de menor rango, hacia quien tiene los mismos deberes que cumplir. Sed, por lo tanto, bondadosos, no solamente de aquellos actos benevolentes que os inducen a sustraer de vuestra boca el óbolo que dais fríamente a quien osa pedíroslo, sino, también, aquel que ahorra el enrojecimiento de la pobreza vergonzosa. Sed indulgentes con los defectos de vuestros semejantes; en vez de despreciar la ignorancia y el vicio, instruidles y moralizadlos. Demostrad afecto y benevolencia con todos, aún con los seres más sencillos de la creación, y habréis obedecido a la ley de Dios”.

EXÉGESIS:

La caridad es una evidencia de la injusticia existente en cualquier sociedad en que se practique la misma.
La caridad es un disfraz que utilizan quienes mantienen el interés de que las cosas sigan como están, dejando de aplicar las transformaciones que se correspondan con la dignidad humana, en el estricto cumplimiento de la justicia, de la igualdad, del amor, del equilibrio y de un pacto social justo entre la humanidad y el Estado.
Si existen personas que precisan este tipo de asistencia humanitaria, expresión del más puro amor y sentido de justicia, es porque existe un Estado y una sociedad, en los cuales los principios de la justicia y del amor, precisan ser cumplidos en su correcta dimensión equivalente a la dignidad humana.
Decía José Ingenieros: -“Detrás de toda caridad existe una injusticia. La persona justa quiere que desaparezcan por innecesarios el favor y la caridad. No puede escuchar a los que predican la caridad para seguir aprovechando la injusticia".
"La solidaridad es armonía que emerge de la justicia. La solidaridad convertirá en derecho todo lo que la caridad otorga como favores, y mucho más que ella no puede otorgar".
"La perfectibilidad se traduce en aumento de la justicia en las relaciones entre los hombres”-.


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