COMENTARIO
EXEGÉTICO N° 340.
©Giuseppe
Isgró C.
340.
El instante en el cual se encarna, es
solemne para el Espíritu? Cumple él este acto como algo de gran importancia?
-“Al
igual que un viajero que se embarca para una travesía peligrosa y desconoce los
riesgos que va a afrontar”.
Comentario de Allan Kardec: El viajero
que se embarca, conoce a cuales peligros
se expone, pero ignora si naufragará; de esta manera, el Espíritu:
conoce el género de pruebas a las cuales se enfrentará, pero ignora si las
superará en forma total o parcialmente, o si sucumbirá frente a ellas.
Al igual que para el Espíritu la
desencarnación es una especie de renacimiento, la reencarnación es una especie
de desencarnación, o más bien un exilio. El deja la dimensión espiritual por la
física, al igual que el ser humano deja el mundo corpóreo por el espiritual. El
Espíritu sabe que debe reencarnar, al igual que el ser humano está consciente
de que debe desencarnar, en su oportunidad; empero, paralelamente, sólo en el
último momento adquiere conciencia, es decir, cuando el tiempo preciso llega,
En aquel instante supremo es invadido por una sensación de turbación, al igual
que en el acto de la desencarnación, y esta turbación –o emoción- perdura hasta
que la nueva existencia haya comenzado. El acercamiento de la reencarnación
crea en el Espíritu una especie de aprensión. (Allan Kardec).
COMENTARIO EXEGÉTICO GIC:
Sin duda alguna, es un acto solemne,
el de la reencarnación, por cuanto, ha sido elegido por el Espíritu a punto de
iniciar un ciclo de vida y ha sido aprobado por los Regidores de los destinos
del Planeta Tierra, los representantes de la Justicia Divina ,
por los guías y protectores del Espíritu que ha de tomar materia, por los de
sus padres y por otros seres afines que les acompañan al igual que se hace con
un ser querido o amigo o amiga que emprende un viaje, para desearle una feliz
llegada y exitoso regreso.
La solemnidad del acto está
representada por el registro cósmico del engendramiento del nuevo ser y las
respectivas pruebas, compensaciones y objetivos de aprendizaje que habrá de
cumplir durante el ciclo de vida por iniciar, con carácter de obligación
asumida y que constituyen un gravamen existencial, para ese ciclo de vida, que
habrá de liberar, en forma total o en parte, al final del plazo concedido a
tales efectos.
Es un acto importante en la vida del
Espíritu y para todos los seres involucrados, al igual que cuando se emprende
la compra de una casa con un crédito hipotecario, que va acompañado de la
emoción de la nueva adquisición y por la aprehensión del compromiso que
adquiere, el cual deberá cumplir empleándose a fondo y no descansará tranquilo
hasta haber satisfecho, felizmente, la obligación asumida.
Es la emoción frente al reto y la
confianza de que lo superará con éxito. Se puede experimentar, también, la
incertidumbre del resultado final de la acción que emprende en los casos de
Espíritus que precisan de alcanzar mayor nivel evolutivo.
Sin duda alguna, ocurre igual que en
la vida, cuando se deben afrontar situaciones pocos fáciles, antes de
afrontarlas se ven menos fáciles de lo que realmente son, hasta que se les
afronta cara a cara, instante en que emergen del interior las fuerzas
suficientes para resolverlas y/o superarlas exitosamente.
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