lunes, 11 de marzo de 2013

19. Puede, el ser humano, penetrar algún secreto de la naturaleza por las investigaciones de la ciencia?




COMENTARIO EXEGÉTICO N° 19.

Por ©Giuseppe Isgró C.


19. Puede, el ser humano, penetrar algún secreto de la naturaleza por las investigaciones de la ciencia?
–“La ciencia le ha sido dada para que progresase en todas las cosas; pero él no puede sobrepasar los límites establecidos por Dios”-.
Cuanto más el ser humano logra penetrar dentro de estos misterios, tanto más debe ser grande su admiración por la potencia y la sabiduría del Creador. Empero, sea por orgullo, o por ausencia de fortaleza, su misma inteligencia le convierte en presa de la ilusión: él acumula sistemas, y en algún momento le será evidente cuantos errores ha cambiado por verdades y cuantas verdades ha repudiado como errores. Constituyen otras tantas desilusiones para su orgullo.
COMENTARIO EXEGÉTICO GIC:
El ser humano ha ido penetrando en los secretos de la naturaleza, gradualmente, sin tomar en cuenta de que nosotros desconocemos la clase de conocimiento que puedan poseer los seres en los demás reinos: animal, vegetal y mineral, que, aún, el ser humano desconozca, por la razón que fuere.
Pero, evidentemente, en cada etapa evolutiva, existe un límite que, gradualmente, habrá que ir trascendiendo.
Por ejemplo, el método científico utiliza la lógica inductiva y deductiva en su búsqueda del conocimiento.
Pero, la percepción por los cinco sentidos físicos y la capacidad de razonamiento tienen sus respectivos límites los cuales son trascendidos por la intuición y la inspiración.
Es decir, que la mente humana es capaz de obtener informaciones utilizando facultades espirituales, cuyos límites los constituyen el estado de desarrollo de las mismas, y la pureza de conciencia, que se traduce en la intención de la persona, en determinado grado evolutivo.
El ser humano, como lo ha ido demostrando en la historia, ha ido superando todas las barreras que ha encontrado en su búsqueda del conocimiento, y así lo seguirá haciendo en el eterno presente, en forma gradual, sin límites de ninguna naturaleza.
No se deben, ni pueden aceptarse, por lo tanto, límites algunos, en el desarrollo de la propia misión existencial, por cuanto nadie conoce los alcances ilimitados de su capacidad. Por cada límite que encuentre en su camino, el ser se preguntará: Qué hay más allá? Cómo puedo llegar allí? Siempre encontrará la manera de hacerlo.
Pero, primeramente, en cada caso, debe llegar a ese límite “temporal”, en su eterno camino, no pararse allí y, luego, seguir siempre adelante.

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