COMENTARIO
EXEGÉTICO N° 834.
©Giuseppe
Isgró C.
834.
El ser humano está obligado a
responder por la índole de su pensamiento?
-“Responde a
Dios, por cuanto Él es, únicamente, quien la puede conocer, y por lo tanto
absolver o condenar de acuerdo con su justicia”-.
COMENTARIO EXEGÉTICO GIC:
Los pensamientos, en primera
instancia, a quien afectan es a su emisor, mientras no se traduzcan en actos
que sí lo hagan a terceras personas, por los cuales, si los efectos son negativos,
deberá responder tanto por la
Legislación vigente del Derecho Positivo, como por la
Ley Cósmica ; si son positivos, recabará los
respectivos resultados compensatorios.
Al margen de esto, existen otras
vertientes: la primera: el pensamiento tiene polaridad positiva y negativa. De
acuerdo a la ley de atracción, cada pensamiento, de acuerdo con la polaridad
emitida, atraerá a la propia vida, las manifestaciones equivalentes, y repelerá
las contrarias.
Esta es la razón por la cual, al ejercer
pleno dominio sobre los propios pensamientos, se domina, al mismo tiempo, las
condiciones externas que afronta en un momento dado.
Los pensamientos pueden estar cargados
de sentimientos equivalentes a los valores universales, también en ambas
polaridades, por lo cual, potencian su efecto de atracción o repulsión, según
la índole de los mismos.
Pensamientos más sentimientos, tienen
una doble fuerza de atracción y de repulsión, así como mayor potencia
creadora-realizadora.
Bajo la egida de los valores universales,
los pensamientos se mantienen dentro de los parámetros de la ley natural que
permite palabras y actos rectos en armonía con una vida virtuosa. Cuando los
pensamientos son cargados con un sentimiento positivo, por ejemplo, de amor, de
respeto, de justicia, de belleza, de equidad, de bondad, de prosperidad, de
salud, de servicio, de altruismo, entre otros, le permiten manifestar en la
propia vida efectos de análoga naturaleza.
En cambio, un pensamiento de deseo de
la mujer del prójimo, en la agudeza jurídica-espiritual de Jesús de Nazareth,
aunque no se haya traducido en acto, implica siempre una falta.
Un pensamiento negativo, aunque no
afecte a otros, manifestará esa condición en la vida de una persona, afectando
su armonía y la calidad de su aura, haciéndole vulnerable a la influencia
exterior. Los pensamientos concupiscentes transformarán los rasgos físicos de
la persona, haciendo visible, en lo externo, lo que se alberga en la mente,
además de atraer las condiciones –y personas- inherentes a su vida, aislando
las opuestas positivas.
Es decir, sí existen consecuencias
serias de acuerdo con las índoles de los propios pensamientos, que es preciso
prestarle la debida atención.
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