COMENTARIO
EXEGÉTICO N° 113.
Por ©Giuseppe
Isgró C.
113. -"Clase
primera y única. Los Espíritus de esta clase han recorrido todos los grados de
la escala espirita, y depuesto cada impureza de la materia.
Por
cuanto han alcanzado el vértice de la perfección, de la cual pueden ser capaces
los seres humanos, no deben experimentar más prueban ni expiaciones. No estando
más sujetos a la reencarnación en cuerpos caducos, viven la vida eterna en el
seno de Dios.
Disfrutan
de una felicidad inalterable, por cuanto no están sometidos más ni a las
necesidades, ni a las vicisitudes de la vida material; pero, esta felicidad no
consiste en un ocio monótono desenvolviéndose en perpetua contemplación. Son
los mensajeros y ministros de Dios, de quien ejecutan las órdenes para el
mantenimiento de la armonía universal.
Comandan
a todos los demás Espíritus, les ayudan a perfeccionarse y les asignan sus
tareas.
Asistir
a los seres humanos en sus afanes, estimularles a actuar bien y a expiar las
culpas que les mantienen alejados de la suprema felicidad, es para ellos la más
dulce de las ocupaciones. Algunas veces se le denomina con nombres de ángeles,
arcángeles o serafines.
COMENTARIO EXEGÉTICO GIC:
Cuando se menciona que habiendo alcanzado un determinado grado de
progreso, los Espíritus no precisan pasar más por pruebas ni expiaciones, y que
vivirán, en eterno, en el seno de Dios, hay que entender que, habiendo
alcanzado el grado de Maestros de la Creación , a partir entonces van a fungir de
auténticos creadores en el desarrollo de nuevos mundos, con libertad de
creación, aunque siguiendo los planes trazados por el Creador Universal.
Es igual que la persona que se gradúa en la universidad y que ha
realizado los cursos de especializaciones y doctorado inherentes, que le
facultan a crear con cierto grado de independencia bajo la égida de su visión
cósmica. Sin dejar de ser un aprendiz eterno, el Espíritu pasa de la fase de
estudiante a la de maestro y creador independiente, dirigiendo determinada
parte de la gran obra.
Pero, ya, se encuentra emancipado de esa fase evolutiva, en la
cual se encontraba depurando su ser de las impurezas que le inhibían percibir
la luz con plenitud y asumir la realización de una obra desde su diseño hasta
su ejecución final, y así ad infinitum. Antes era un ejecutante, solamente;
ahora: diseña, dirige y ejecuta, simultáneamente, y, algunas veces en
diversos mundos, paralelamente, en forma escalonada y continúa.
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