Por ©Giuseppe
IsgróC.
226. Se puede decir
que todos los Espíritus desencarnados se encuentran de tránsito en la dimensión
espiritual?
-“Solamente
aquellos que deben reencarnar; los Espíritus puros que han superado el estado
de corporeidad, no: el estado de Espíritu de estos es definitivo”-.
Comentario de Allan Kardec: Respecto a las cualidades íntimas, los Espíritus, como
hemos visto, son de varios órdenes que ellos recorren sucesivamente a medida
que se purifican. En cuanto a su estado, pueden encontrarse encarnados, es
decir, unidos a un cuerpo material, y libres, en la dimensión espiritual, es
decir, emancipados del cuerpo físico y en espera de una nueva encarnación para
el propio mejoramiento; puros, como decir relativamente perfectos y ya no más
sometidos a la encarnación. (Allan Kardec).
COMENTARIO EXEGÉTICO DE GIC:
Cuando se menciona el hecho de
que, los Espíritus, habiendo alcanzado un determinado grado de pureza, y
perfección evolutiva, ya no están obligados a reencarnar, debe entenderse que ya
no están obligados a reencarnarse con fines de expiar, compensando, deudas
kármicas de existencias pasadas.
Es decir, que se han liberado de compromisos
que les hacía necesario reencarnar a tales efectos a los fines de compensar,
cancelando sus respectivas deudas. Habiendo quedado libres de tales deudas, los
Espíritus no se encuentran obligado a hacerlo con tales finalidades kármicas,
adquieren una autonomía que trasciende toda obligación con otros seres.
Empero,
este grado de autonomía y de libertad no implica de que ya jamás deban volver a
reencarnar. Esto es preciso descartarlo absolutamente. Existen otras
condiciones que obligan a los Espíritus a reencarnarse, como son:
I. El progreso eterno e infinito, en el cual el Espíritu
elabora su propio plan de desarrollo, mediante el cual coopera en la
realización de la Gran Obra
cósmica.
II. El plan de estudio existente en cada mundo, al cual,
cada Espíritu se encuentra adscrito, en un momento dado, por propia elección, o
por el grado evolutivo alcanzado, que le ubica, automáticamente, en un
determinado grupo, ejerciendo, siempre, su libre albedrío, o facultad de
autonomía.
III. Por misión autoimpuesta, de cooperar con humanidades
que precisan de un instructor en el nivel alcanzado por determinado Espíritu.
IV. Por misión asignada por los Regidores Cósmicos, en un
determinado mundo, y libremente aceptada por el Espíritu en particular.
V. Cualquier otra condición en que, los Espíritus, por la
ley de la solidaridad, se encuentran obligados, moralmente, por la propia
conciencia, a cooperar con las humanidades que lo precisan, lo cual, no deja de
ser, al mismo tiempo, una oportunidad de crecimiento espiritual, ya que, tales
misiones, les facultan para poner en práctica, sus conocimientos, experiencias
y visión de desarrollo alcanzado.
VI. Esto nos permite ver que, a partir de cierto grado
evolutivo, el Espíritu queda en libertad de cooperar por libre elección en la
parte de la Gran Obra
que mejor se adapte a su experiencia y conocimiento, optimizando su vocación de
servicio y aptitudes.
VII. Por otra parte, el Espíritu va percibiendo áreas
determinadas en las cuales precisa fortalecerse, y desarrollarse, en un mejor
nivel, por lo cual, elige existencias físicas, a tales efectos, por propia
iniciativa, ya que el afán evolutivo es incesante en la propia conciencia. Tomemos en cuenta de que, en la dimensión espiritual, los Espíritus, bajo la
dirección de los respectivos guías, visitan los mundos más avanzados que
implican los siguientes grados de desarrollo en su escala evolutiva. De lo que
allí observan, eligen libremente, aquellas áreas por las cuales se sienten
identificados. Las unas para optimizar sus facultades y aptitudes
desarrolladas. Las otras, para desarrollar las que lo precisan.
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