COMENTARIO EXEGÉTICO N° 1010.
REENCARNACIÓN DEL ESPÍRITU
©Giuseppe Isgró C.
1010. La idea de la Resurrección de la carne es, quizá, la
confirmación de la Reencarnación
enseñada por los Espíritus?
-“Precisamente. Estas palabras, como tantas otras, si se toman al
pie de la letra, son absurdas, e inducen al error. Es preciso darle una
interpretación lógica, en lo que verdaderamente se quiere significar con ellas,
para que puedan pasar la prueba de quienes vosotros llamáis libres pensadores”-.
-“Estos libres pensadores, son buscadores con mentes abiertas, que
tienen, más que nadie, sed del porvenir; pero no pueden admitir lo que es
contrario a los principios de la ciencia. La doctrina de la pluralidad de las
existencias es conforme a la justicia de Dios; ella sola puede explicar lo que
sin ella es inexpugnable, y, por lo tanto, la ley de la reencarnación forma
parte de la verdad universal”.
COMENTARIO EXEGÉTICO GIC:
Cuál
era la acepción que los antiguos le daban a la palabra resurrección?
Recordemos, en primer lugar, las palabras de Pablo de Tarso, en la primera
epístola a los Corintios, libremente parafraseadas: -“El que baja a la tierra
es el cuerpo, el que resucita es el Espíritu”-.
Esto, ya, de por sí, deja claro
de que, de lo que se trata es del Espíritu. Ahora, bien, profundizando en mayor
grado, en la doctrina antigua, se denominaba como resurrección, -después del
paso a la dimensión espiritual-, el acto en que el Espíritu adquiría
consciencia de que había desencarnado, y se encontraba, ya, formando parte de
la misma.
La adquisición de este estado de conciencia pasa por el proceso siguiente: El espíritu, al desencarnar, generalmente, no se da cuenta, enseguida, del paso que ha dado; se ve separado de su cuerpo, que se encuentra como dormido, él se observa, a sí mismo, en pleno movimiento, se acerca a las gentes, familiares y amigos, les toca, les habla, y se sorprende de que nadie le hace caso.
La adquisición de este estado de conciencia pasa por el proceso siguiente: El espíritu, al desencarnar, generalmente, no se da cuenta, enseguida, del paso que ha dado; se ve separado de su cuerpo, que se encuentra como dormido, él se observa, a sí mismo, en pleno movimiento, se acerca a las gentes, familiares y amigos, les toca, les habla, y se sorprende de que nadie le hace caso.
Este estado de turbación por el que pasa el Espíritu, puede tener
una duración más o menos larga, de acuerdo a su estado evolutivo o apegos
materiales. Puede durar horas, días, meses o años.
En línea general, no es
mucho tiempo, se trata de horas o días, salvo excepciones. Generalmente, los
guías espirituales, los Espíritus afines, de familiares o amigos, que,
generalmente, les reciben, en la dimensión espiritual, le ayudan, en estos
casos, a adquirir la conciencia de su nuevo estado, ya que, el Espíritu, cree
que, todavía, se encuentra en la dimensión física.
A tales efectos, entre otras
cosas, se le sugiere que se toque las manos, los brazos, u otra parte del cuerpo, para ver que
pasa.
Entonces se convence de su nuevo estado. A esto es a lo que se le
denominaban resurrección. Evidentemente, en lo que se refiere a la vuelta a la
dimensión física, se trata de la reencarnación del Espíritu en un nuevo cuerpo.
Este proceso, regido por la ley de reencarnación y otras leyes coadyuvantes, no
tiene límites, en el espacio y en el tiempo, continuándose, oportunamente, en
otros mundos más avanzados, para aprender, o, en otros de menor nivel, para
enseñar.
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