viernes, 19 de abril de 2013

EL GENIO DEL HUMANISTA HIPOLITE LEÓN DENIZARD RIVAIL -Mejor conocido como: ALLAN KARDEC, uno de los máximos exponentes de la Doctrina Universal-




EL GENIO DEL HUMANISTA
HIPOLITE LEÓN DENIZARD RIVAIL
-Mejor conocido como: ALLAN KARDEC, uno de los máximos exponentes de la Doctrina Universal-

©Giuseppe Isgró C.

En el que se recogen diversas crónicas escritas, y publicadas- en épocas diferentes y con un solo fin.



El acercamiento a la obra kardeciana, de quien escribe, fue en temprana edad. Aquel joven, de quince años, aún sin cumplir, se apasionó con la lectura del clásico: El libro de los Espíritus, y demás títulos de Allan Kardec. Sobre todo le cautivó el profundo conocimiento de las leyes de la vida y el contenido ético-moral de la doctrina. El codificador espirita, fue un filósofo y un pedagogo de visión clara. Sus obras han dado luz y sentido de vida a millones de personas en el mundo entero, durante generaciones. Pese al largo tiempo transcurrido, desde 1857, mantienen plena vigencia. Precisa que, en su conjunto, se tomen como base para desarrollar la perspectiva universal de la vida, en forma certera y coherente con la realidad.
Con Allan Kardec se inicia, realmente, el Espiritismo científico, filosófico, ético-moral, es decir, el estudio de las leyes, principios y características que rigen los fenómenos psico-espirituales hasta entonces observados. Kardec sintetizó, en un cuerpo de doctrina uniforme, homogéneo, las enseñanzas recibidas en sus estudios espiritas, para que, a la vez que sirvieran para su propio aprendizaje, lo fueran, también, de instrucción general para la humanidad.
Como puede observar cualquier estudiante de la obra de Kardec, está sintetizada en ella una enseñanza profunda, comprensible, que habla y satisface a la inteligencia, relativa al conocimiento integral del ser humano, del universo, de la vida en la tierra y de las leyes que rigen las interrelaciones universo-ser humano, e integrantes de los cuatro reinos naturales, así como de la misión y objetivo de la existencia inherente a cada uno. Como se verá más adelante, en este trabajo, esa era la misión de Allan Kardec, para lo cual, al hacer un análisis de toda su vida, se percibe que se había preparado, sin percatarse de ello, para llevarla a cabo exitosamente.
Este hombre insigne nació en Lyon, Francia, el 03 de octubre de 1804, en el seno de una familia de juristas. Su nombre verdadero era Hipolite León Denizard Rivail.
Para comprender mejor la interesante vida y obra de este gran humanista, la dividiremos en dos partes: la primera, denominada: EL HOMBRE: 1804 – 1854. La segunda: EL INVESTIGADOR Y PRIMER EXPONENTE RELEVANTE DEL ESPIRITISMO CIENTÍFICO, FILOSÓFICO Y ÉTICO-MORAL: 1854- 1869.
La primera etapa en la vida de Kardec culminó exactamente a los 50 años. La sólida preparación en varias disciplinas científicas y su vasta experiencia en el campo de la enseñanza, y, además, como autor de más de 20 obras de pedagogía, constituyen un aporte especial cuando a partir de 1854 se dedica al estudio y divulgación del Espiritismo científico, filosófico y ético-moral.
En efecto, el joven Hipolite Rivail cursó estudios hasta 1818 en la escuela de Yverdun, Suiza, bajo la dirección del famoso pedagogo Juan Pestalozzi, discípulo espiritual de Juan Jacobo Rousseau, el autor del clásico: El Emilio o la Educación y precursor de la pedagogía moderna. En repetidas ocasiones, el brillante joven Rivail, suplió al maestro, en clases, impartiendo lecciones a los alumnos menos adelantados. Esta labor formativa es importante, por cuanto sienta las bases de la futura carrera de Rivail, cuyos beneficios recibirá, directamente, la Doctrina, a la cual se consagrará en cuerpo, alma y Espíritu, años más tarde. Podría decirse que Pestalozzi, a su vez, fue el padre espiritual de Rivail, en su rol de pedagogo, cuya trascendencia alcanzará niveles sin precedentes en la historia de la humanidad. Pestalozzi le estimuló un profundo amor hacia la pedagogía y a canalizar su innata vocación hacia esta hermosa disciplina.
Complementó sus estudios con bachillerato en letras y ciencias, y después cursó estudios de medicina, la cual no llegó a ejercer. En las ediciones francesas de El Libro de los Espíritus, hasta 1954, figura la condición de Doctor en Medicina, de Hipolite León Denizard Rivail. Su afición por la pedagogía le llevó al estudio de varias disciplinas científicas, como la física, la química, las matemáticas y otras. Dominaba, a la perfección, el inglés, el holandés y el alemán. Tradujo de esta última lengua, algunos clásicos al francés. Fue un intelectual de visión universal, con un Espíritu sereno, lúcido, racional, metódico y tenaz. Ya para 1824, Rivail se encuentra en París, fecha en la que publica, a la edad de 20 años, su primer libro: -“Curso teórico y práctico de Aritmética”.
En 1832, Hipolite Rivail contrae matrimonio con Amelie-Gabrielle Boudet, quien supo ver en él “al pensador erudito y profundo”. También ella era pedagoga de profesión. Aportó, a Kardec, tanto en el ámbito familiar, como en su vida pública, una efectiva colaboración. 
La enseñanza constituye la gran vocación de Rivail; consagró todo su tiempo libre a la preparación de textos de enseñanza que serán adoptados por liceos, institutos y universidades de Francia. Da, gratuitamente, en su casa, cursos de física, química, aritmética, astronomía y biología.
Entre otras obras, publicó, también, el “Plan propuesto para el mejoramiento de la educación pública”, bajo cuya firma agregó: -“Discípulo de Pestalozzi”; -“Grammaire Normales de Exámenes”, -cuyo contenido contempla soluciones razonadas de todas las cuestiones sobre la gramática francesa, propuesta en los exámenes de la Sorbona y otras academias de Francia. –“Curso para cálculos de memoria”: 3.000 ejercicios y problemas graduados; -“Cuestionario gramatical, literario y filosófico”, en colaboración con Levy-Alvarès; así como otras obras que no es el caso de citar aquí. Sus actividades de pedagogo y escritor, le permiten adquirir una sólida cultura, realizando una efectiva síntesis del saber universal. Henri Sausse, refiriéndose a Rivail, expresa: -“Sus escritos fueron justamente apreciados, y su nombre era conocido y respetado, mucho antes de que alcanzase la fama como Allan Kardec”.
Como preparación previa a su rol de codificador de la Doctrina, podemos destacar su extensa actividad, durante 35 años, en el campo del magnetismo animal y del sonambulismo artificial, cuya amplia gama de fenómenos conocía a fondo.
Allan Kardec, en el prefacio de una de sus obras, expresó: -“El universo es un vasto taller; unos demuelen, otros construyen: cada cual talla una piedra para el nuevo edificio, del cual, únicamente, el Gran Arquitecto del Universo posee el plan definitivo y cuyo conjunto no se comprenderá sino cuando sus formas comenzarán a diseñarse por encima de la superficie del suelo”.
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Se nace: qué había antes? Se vive: cuál es el fin de la existencia humana? -Por qué se está aquí? -Hacia dónde se va? Luego, al llegar al término del ciclo de vida, surge otra inquietud: -qué hay más allá? De estas y otras preguntas de análoga importancia, da respuesta la obra kardeciana, y, en general, la Doctrina de la Verdad Universal. Las lectoras, lectores y estudiantes, de las obras de Kardec, hoy en día, son más de lo que podría suponerse, y su número, cada día, va aumentando a pasos agigantados. Podría decirse, con seguridad, de que en la actualidad, al igual que en la fecha de su publicación, en 1857, El Libro de los Espíritus sigue siendo la obra más importante, en su género, a nivel mundial, que plantea y aporta las respuestas claves sobre las, prácticamente, totalidad de inquietudes del ser humano en torno al objetivo existencial. Mientras más a fondo se estudia dicho libro, más se percata la persona de que el genio de Kardec, en su profundidad pedagógica, contempló las preguntas esenciales y universales, que han despertado, durante milenios, y seguirán haciéndolo en el porvenir, el interés del ser humano por conocerse a sí mismo, y conocer, al mismo tiempo, al Creador Universal, el universo en que vive, en constante expansión, los valores existenciales, principios cósmicos y leyes espirituales que rigen a todos en el Todo.
A partir de ahora, nuestra era será reconocida como la del Espíritu. El siglo XXI da inicio a una nueva fase del desarrollo interno del ser humano, de todo su potencial psico-espiritual, ético-moral, filosófico-práctico, que permite optimizar la comprensión del Universo. Los alcances perceptivos se extenderán hasta conocer, o verificar, científicamente hablando, la existencia de vida en otros planetas y su comunicación con ella. En la Doctrina existen pruebas fehacientes de esa realidad de pluralidad de mundos habitados y constituye uno de los fundamentos esenciales de la enseñaza Espirita. Las pruebas de múltiples vertientes están al alcance de todos aquellos que quieran verlas y sean capaces de asumirlas y comprenderlas; y que se encuentren, al mismo tiempo, exentos del interés de inhibir la expansión del conocimiento como ocurriera durante la edad media y en la época de la inquisición. Si no existiese esa factibilidad de la pluralidad de mundos habitados, -a qué vienen, entonces, todos esos viajes espaciales? El común de las personas ignora la inmensidad del cosmos más allá de esas noches de incontables estrellas luminosas. Con una comprensión de lo que ocurre en ese entorno cósmico, y con la perspectiva universal de la vida que ello aportaría, muchas cosas cambiarían en el ámbito existencial, en el planeta tierra.
A nivel micro-cósmico, es decir, del ser humano, -pequeño gran universo-, recordando, también, a los demás integrantes de los cuatro reinos naturales, con su potencial ilimitado, sus facultades espirituales, y la optimización de sus sentidos cósmicos, conformados por los valores universales, cuyo desenvolvimiento, con conocimiento de causa, revelan los alcances y posibilidades que constituyen metas y objetivos a lograr.
Las modernas “regresiones”, permiten el conocimiento de existencias pasadas, y por ende, la supervivencia del Espíritu y su continuidad en nuevos ciclos de vida. Las manifestaciones espirituales, fruto de facultades psíquicas altamente desarrolladas, así como el profundo mensaje ético-espiritual-filosófico que se ha observado en los últimos años en la India, -al igual que ya aconteciera en milenios anteriores, en este continente-, señalan nuevos senderos por recorrer.
Otro acontecimiento, del que ya se sentó jurisprudencia, es el hecho en el cual un Tribunal de Justicia, de Brasil, aceptó como prueba, o elemento de juicio válido para absolver a una persona, el testimonio del Espíritu de la víctima, dado a través del famoso sensitivo brasilero Francisco Cándido Xavier. En la comunicación indicaba la inocencia del acusado, y, al mismo tiempo, al culpable, quien reconoció los hechos imputados.
Existen importantes estudios sobre el Derecho Penal Espirita, y el anterior suceso histórico abre un panorama inmenso en el Derecho Penal mundial, permitiendo vislumbrar lo que traerá el futuro. En Brasil, aproximadamente, el 33% de su población, o más, sigue estudios Espiritas, cuyo pilar fundamental es la totalidad de las obras de Allan Kardec. Empero, la cantidad de autores de corte Espirita, y de otras corrientes de pensamiento afines, es de significativa importancia, tanto por su extensión como por su calidad.
Grandes científicos, poetas, filósofos, intelectuales, literatos, y millones de personas de todos los grupos étnicos y niveles sociales, en el mundo, se han ocupado de la Doctrina. Se suelen destacar los ilustres nombres de quienes nutren sus filas, entre ellos: Victor Hugo, William Crookes, Cesare Lombroso, Ernesto Bozzano, Camilo Flamarión, Federico Myers, Alfredo Russel Wallace, León Denis, Oliver Lodge, Arturo Conan Doyle, e incontables más. Ellos han estudiado la Doctrina en sus todas vertientes: científica, filosófica y ético-moral. Su huella es factible verla en muchas de sus obras.
Hacia la mitad del siglo XIX, el fenómeno de las mesas parlantes era la última moda, en Francia, -y en otros países-. De estos últimos, mencionamos, únicamente, el caso de las hermanas Fox, y el del Dr. Larkin, en Estados Unidos.  La gente se divertía, en la gran sociedad francesa, comunicándose con los Espíritus. Preguntamos: Era sólo diversión lo que buscaban? -O, había, en la mayoría, un anhelo de conocer mejor el destino humano después de la desencarnación? -O, acaso, las lectoras, y lectores, se encuentran libres de este tipo de interés? Cuándo desencarna un ser querido, la mayoría de las personas, -no experimentan el anhelo de volver a comunicarse con él? Esa es la razón por la que las personas con inquietudes normales, cada día se acercan a la Doctrina, para profundizar su estudio. Es la única que puede aportar respuestas contundentes y serias sobre la inmensa gama de las inquietudes humanas.
En los círculos franceses, formados de gente de óptimo nivel intelectual, se habían recibido miles de comunicaciones, gran número de ellas con excelente contenido moralizante. Empero, faltaba alguien que pudiese sintetizar ese cúmulo de enseñanza, y que, además, estudiase el fenómeno y dedujera  las consecuencias inherentes. Esa labor de exigentes esfuerzos, y alcances gigantescos, fue confiada a Hipolite León Denizard Rivail, quien luego, para desvincular el desarrollo de la Doctrina de su propia persona, e imprimirle independencia, adoptó el pseudónimo de Allan Kardec. Este era el nombre de Rivail en una existencia pasada, según le comunicó su guía espiritual, quien le había conocido entonces, en la Galia, en la época de los Druidas. Se sabe, también, que Rivail, en otra de sus vidas anteriores, fue Jetro, el suegro de Moisés, a quien se le atribuye ser el más antiguo exponente del principio de la Gerencia por excepción. Esto aconteció cuando, viendo el excesivo trabajo que Moisés desempeñaba, juzgando los casos del pueblo judío, le sugirió de elegir jueces de decenas, de cincuentena y de centenas, quienes juzgarían todos los casos que se presentaran. Los jueces de centenas remitirían los casos insolutos a los de cincuentena, éstos a los de decenas, y aquellos excepcionales, que los últimos no pudiesen resolver, serían los únicos que se le referirían a Moisés. Esto nos da una idea del calibre espiritual del Espíritu de Rivail, que ya poseía en el siglo XVI antes de nuestra era.
La sólida formación científica, filosófica, pedagógica y humanística de Allan Kardec, unida a su gran capacidad de trabajo y de síntesis, objetividad y seriedad a toda prueba, le hacían la persona idónea para entregarle esa enorme cantidad de material acumulado, -más de 50 cuadernos-, para que fuese utilizado en la realización de una síntesis coherente.  El trabajo le pareció inmenso a Kardec; empero, fue alentado por sus guías espirituales, quienes le indicaron que esa era su misión, para la cual se había preparado sin saberlo. Fue advertido de que sería secundado en la tarea, pero, que debía ser fuerte y constante, para implantar la Doctrina; con paciencia, su misión triunfaría, como en efectos, así aconteció.
Esto sucedía en el año 1854, en Francia, lo cual marca el comienzo de la etapa de investigador y primer exponente relevante de la Doctrina. Kardec estaba consciente de la importancia de la labor que emprendía, y entrevió, en dichos fenómenos, la clave de la incógnita del pasado y del porvenir de la humanidad, de la solución que él había buscado durante toda su vida. Se percataba, a la vez, de que iba a generar una importante transformación en las ideas, y en las creencias, prometiéndose, por ello, “obrar con circunspección y no ligeramente; ser positivista y no idealista”, para evitar desilusiones. Buscó, en todas sus investigaciones, la solución de los objetivos que le interesaban desde el punto de vista de la ciencia, de la filosofía, de la psicología y de la naturaleza del mundo invisible.
Kardec, en cada sesión, llevaba una serie de preguntas  preparadas, y metódicamente ordenadas, que recibieron contestación “precisa, profunda y lógica”. Estas cuestiones son las mismas que, desarrolladas gradualmente, fueron la base de “El Libro de los Espíritus”. Posteriormente, publicaría las demás obras de su autoría: Instrucción Práctica para la Comunicación Espiritista; El libro de los médiums; El Evangelio según el Espiritismo; Cielo e Infierno; El Génesis; y, el libro síntesis: Qué es el Espiritismo?
En enero de 1858, salió a luz pública el primer número de la Revue Espirite, que aún se edita, en Francia; y el mismo año, funda la Sociedad Parisina de Estudios Espiritas. Allan Kardec, elaboró una Constitución, con exposición de motivos, sobre el Espiritismo y su futura dirección. El 31 de marzo de 1869, el Codificador de la Doctrina, culmina, exitosamente, su misión. Las obras que escribió se tradujeron a todos los idiomas. Sus discípulos, que se cuentan por millones, en el mundo entero, crecen, cada día más. La Doctrina Espirita, con sus múltiples exponentes, es fuente fundamental de la Doctrina Universal, de necesario estudio para ampliar, certeramente, la propia visión de la vida y del universo. Es mucho más interesante de lo que, generalmente, se cree. Quien busca, con anhelo sincero y afán de saber, encuentra. 
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El genio de Kardec,  entra en escena cuando comienza a aplicar la Doctrina contenida en El Libro de los Espíritus para resolver las grandes incógnitas de la historia y percibir una perspectiva universal de la vida en la pluralidad de mundos habitados, arrojando luces sobre la realidad histórica del Planeta; por ejemplo, cuando percibe, antes que nadie, que la raza adámica es parte de una inmigración espiritual llegada de otros planetas, más adelantada que la familia originaria de la Tierra; cuando analiza la tesis de los “ángeles caídos”  y percibe que son aquellos grupos de Espíritus refractarios al progreso que, una vez celebrado el juicio de mayoría, en cada mundo, son apartados y conducidos a aquellas moradas más acordes con su respectivo grado evolutivo, donde, de retrógradas pasan a ser maestros, o por lo menos, desenvolverse en ambientes más afines a sus tendencias.
Es en el libro Génesis, -publicado en 1868- donde se revela el Kardec genial en un nivel superior al ya reflejado en El Libro de los Espíritus. Aquí, comienza a percibir una realidad universal antes que ningún otro pensador en la historia y fue adecuando la Doctrina a esas inquietudes, -más las respectivas intuiciones fruto de su genio y las inspiraciones inherentes de genios análogos –desde la dimensión espiritual- co-participes en las obras; comienza a aplicarlas para ir esclareciendo los grandes enigmas de la humanidad.
Kardec, es el pionero en la enseñanza de una realidad universal que abre nuevos horizontes para la humanidad reflejando su verdadero destino, en el Planeta.
Es el primero en hablar, en El Libro de los Espíritus, sobre la Reencarnación,  conocida desde la más remota antigüedad y lo hace 18 años antes que Helena P. Blavasky. En el siglo XX se han comprobado, científicamente, más de cinco mil casos de reencarnación, otorgándole un carácter irrefutable universalmente; el tema, está generando un interés creciente.
Constituye, Kardec, un paradigma vigente en la senda evolutiva de la sabiduría, superándose a sí mismo en el libro Génesis más allá de El Libro de los Espíritus. En éste, sube a la cima de la montaña de la Doctrina Universal; en aquel, observa desde esa posición privilegiada y aplica la percepción intuitiva y la inspiración creadora de las cuales es objeto, para resolver cuestiones fundamentales de la vida y la historia en el Planeta, abriendo nuevos caminos de progreso.
Millones de personas se encuentran avocadas al estudio de las enseñanzas espirituales, axiológicas y/o ético-moral, filosóficas y metafísicas, que sólo la Doctrina Universal puede ofrecer en igual grado de luminosidad, gracias a sus obras maestras y de quienes, emulando su ejemplo, han continuado la Gran Conversación a través de los tiempos.
Así como en el Quijote, cada nueva generación ve algo más que la que le precedió, ocurrirá lo mismo con el Libro de los Espíritus –y demás obras de Kardec-; observará cosas nuevas de acuerdo a las inquietudes de los tiempos y a la respectiva conciencia perceptiva. Pero, por encima de todo, servirá para que cada quien efectúe la conexión con los planos superiores y con la fuente suprema, el Ser Universal, en una meditación constante  sobre Él y los valores cósmicos,  optimizando la percepción intuitiva y la realización creadora en el estudio de las ciencias y las filosofías, así como la practica de todas las virtudes.

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El 18 de abril de 1857, se publicó, en Francia, El Libro de los Espíritus, de Allan Kardec, con el cual se daba inicio a una nueva era en los caminos del progreso humano.
Sin duda, es un libro valiente, tomando en cuenta la época en que se publicó. Sigue siendo fundamental. Allan Kardec, pseudónimo de Hipolite León Denizard Rivail, hombre de profunda cultura clásica, científica, filosófica, histórica, metafísica, etcétera, además de insigne pedagogo, sintetizó, -en una obra cuya lectura y estudio ha transformado la vida de millones de personas en el mundo entero-, una Doctrina que habla al entendimiento, ilumina el Espíritu y abre unos horizontes que le dan verdadero sentido a la vida humana, despejando las incógnitas existenciales, aclarando el destino de la humanidad en el planeta tierra, -escuela de sabiduría en diferentes grados-, señala el camino que, en los próximos milenios, habrá de recorrer en el inmenso pensum evolutivo que aún depara el progreso potencial del planeta.
Fue seleccionado Kardec, para su obra misionera-codificadora de la Doctrina, por su profunda capacidad de síntesis y vastos conocimientos, para interpretar, discernir y coordinar los mensajes contenidos en miles de comunicaciones espirituales recibidas por centenares de sensitivos en el mundo entero, pasmándose, en todas, el mismo mensaje, elevada enseñanza e idéntica doctrina: el conocimiento profundo de la vida y de las leyes cósmicas que rigen todas las manifestaciones universales, interrelaciones con el ser humano y su misión.
Obra admirable que, traducida a los principales idiomas, alcanzó, rápidamente, 18 ediciones en vida de Kardec, y 50, en las cinco décadas siguientes; conserva plena vigencia pese al tiempo transcurrido y dentro de dos mil o más años será estudiada aun tal como se hace hoy con la Odisea, el Mahabarata, los Vedas, el I Ching, el Tao Te Ching, etcétera, estudio fundamental, -expresión de la sabiduría-, por medio del cual, cada quien se imbuye del verdadero sentido existencial, conociendo el destino humano en sus variadas facetas.
Kardec, -auténtico profeta de una era de luz espiritual y ejemplo digno de emulación por su capacidad de trabajo, estudio y cumplimiento de una exigente misión-, condensó en su obra un alimento básico para las inteligencias ávidas del más sublime conocimiento espiritual.
Este clásico, aporta –para las mentes que desean optimizar su visión-, la iluminación del propio Espíritu, señalando derroteros que constituyen la meta esencial de la vida humana, proporciona paz, serenidad, sosiego y auténtica felicidad, a medida que, transcurriendo su lectura y estudio, va descubriendo la verdadera esencia de la vida humana, su finalidad y misión cósmica del ser humano, potenciando a la vez, el Espíritu y la voluntad, afirmando los ideales y rectificando la conducta en el sendero del bien, de la justicia, del amor, la verdadera fraternidad y la evolución universal.
Va conociendo, cada quien, sus verdaderas facultades psico-espirituales, la forma efectiva de cómo desarrollarlas y usarlas de acuerdo a los designios del Creador, estrechando la unión entre los entes que conforman la ecología psico-espiritual, a cuya sintonía elevada, constituyese en sensible y armónico canal de la Providencia Universal para plasmar la luz espiritual, el mensaje del amor cósmico y el aliento fraterno para superar exitosamente todas las pruebas existenciales, saldar las cuentas kármicas y alcanzar el punto de equilibrio cósmico, a partir de lo cual, cada quien conquista la auto-independencia y la auto-liberación para cooperar libremente, de acuerdo con la propia suma existencial, en los planes del Gran Arquitecto del Universo, dentro del infinito Taller cósmico.
Así lo expresó Kardec, y es oportuno citarlo de nuevo: -“El universo es un vasto taller: unos demuelen, otros reconstruyen; cada cual talla una piedra para el nuevo edificio, del cual únicamente el Gran Arquitecto del Universo posee el plan definitivo, y cuyo conjunto no se comprenderá sino cuando sus formas comenzarán a diseñarse por encima de la superficie del suelo”-.
La Doctrina, desde su codificación, en 1857, ha aglutinado en sus filas a las mentes más brillantes en todos los ámbitos del saber humano, a nivel mundial.
La lucidez mental, la seguridad personal y el poder psico-espiritual que se van desarrollando al acrecentar la visión cósmica, al profundizar en el mensaje contenido en la obra kardeciana, introduce en el auténtico camino evolutivo del ser, a cuyos inicios se encuentra, pero que, desde ya vislumbra las infinitas metas que en ilimitados ciclos de vida, en una carrera universal y eterna, -siempre en ascenso en forma de espiral-, ha de conquistar, cada vez en un mejor nivel de auto-expresión, evolución y grado de conciencia cósmica.
Una sola existencia es sólo un peldaño en los grados de la sabiduría universal. La obra de Kardec, abre la puerta correcta, en el momento oportuno y para quien, en forma gradual, experimente la necesidad de un alimento espiritual de tal valor. Su asimilación es de gran provecho para obtener esa visión certera de las cosas esenciales, en cada momento de la vida.
Se podrá poseer El Libro de los Espíritus, tenerlo en las manos, o por años en la biblioteca, pero, solamente un día, cuando cada quien esté preparado, -o preparada-, espontáneamente se manifiesta la iluminación, se adquiere conciencia de tal obra, con un claro impulso para leerla, revelándosele el mensaje que contiene y anhela el Espíritu humano.
Entonces, la existencia humana adquiere el verdadero sentido de acuerdo a los planes cósmicos y cada quien se ubica, de manera más efectiva, en el sendero de la propia autorrealización, asumiendo la tarea que, de acuerdo con los tiempos, le compete en el quehacer universal.
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El libro de los Espíritus trasciende cualquier otra obra en cuanto a los alcances de las respuestas que contiene en torno a Dios, a los valores universales, a las leyes divinas, a la educación moral de la humanidad, a la comprensión de las desigualdades entre los seres humanos, a la pluralidad de existencias y la ley de reencarnación y principios inherentes; la pluralidad de mundos habitados, ampliando la perspectiva universal de la vida, la respuesta a los grandes enigmas de la historia, y una inmensa cantidad de aspectos esenciales, en más de un millar de preguntas planteadas por uno de los pedagogos más lúcidos del siglo XIX, en Francia, como lo fue el profesor Hipolite León Denizard Rivail.
La obra kardeciana contribuyó a fundamentar una nueva era que plasmaba en mayor grado los ideales de los humanistas del siglo XIV, y de los grandes pensadores del Renacimiento.
Esa concepción humanista de volver la mirada a los orígenes, a la cultura clásica, a la ciencia y a la filosofía de la edad de oro griega, Allan Kardec la realiza con una amplitud incomparable, volviendo la atención a temas virtualmente olvidados no solamente durante la edad media, sino hasta la mitad del siglo XIX, como son: la Reencarnación y la interrelación de la dimensión espiritual con la física, aportando un conocimiento preciso de las facultades espirituales del Ser humano como ningún otro pensador lo hizo jamás en tiempo pasado. EL LIBRO DE LOS MEDIUMS, -o, De las facultades-, es la mejor obra de todos los tiempos, hasta ahora, en torno a las facultades espirituales del ser humano y su óptimo desarrollo.
El Libro de los Espíritus, junto con la Odisea, que contribuyó a forjar la edad de oro griega, y el Quijote, en el cual el genio inmortal de Cervantes plasmó una enseñanza para todos los tiempos, es la obra fundamental para la educación esencial del ser humano, en la preparación de la nueva edad de oro.
Pensadores del calibre de Kardec, al igual que Platón, en sus enfoques, seguirán vigentes, en líneas generales, en sus geniales concepciones de la verdad universal.
Conozcamos El libro de los Espíritus tan a fondo como un erudito lo hace con la temática de su disciplina. Seamos conocedores profundos de la obra del maestro, pero, también, de todas las obras que conforman el acervo cultural de la humanidad. Paralelamente, irán surgiendo, en la propia mente, las ideas intuitivas y las inspiraciones que aporten el conocimiento esencial de acuerdo con la inquietud de los tiempos.
La proyección de la lectura de EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS, iluminará los horizontes humanos, encaminándola hacia la nueva edad de oro en gestación. Esta labor podrá ser realizada, con efectividad, mediante pequeños círculos sistemáticos de lecturas, en progresión geométrica. Será en beneficio de cada ser que habita el planeta tierra- El mensaje de la verdad universal, que contiene, es bien acogido por todos con gran beneplácito. El Libro de Los Espíritus, es, con certeza, una de las percepciones más lúcidas  del pensamiento universal.
Adelante.


domingo, 7 de abril de 2013

COMENTARIO EXEGÉTICO VIII



COMENTARIO EXEGÉTICO VIII
-DE LA CONCLUSIÓN DE: EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS-


©Giuseppe Isgró C.



  PARRÁGRAFO VIII, en la Conclusión de El Libro de los Espíritus:
-“Los Espíritus, inquiere alguno, enseñan, quizá, una moral nueva, superior a la que enseñó Jesús?  Si su moral es la misma, a qué sirve el Espiritismo? Igual razonamiento había hecho el califa Omar, frente a la biblioteca de Alejandría: -“Si contiene, únicamente, lo que se encuentra en el Corán, es inútil, y por lo tanto, se debe quemar; si, después, contiene otras cosas, es nociva, y por lo tanto, se debe quemar”.
-“No; el Espiritismo no enseña una moral diferente de la de Jesús. Pero, nosotros, preguntaremos, a nuestra vez: Y antes de Jesús, los seres humanos no tenían la ley dada por Dios a Moisés? Su doctrina no se encontraba, ya, contenida en el Decálogo? Se dirá, por esto, que la moral enseñada por Jesús haya sido inútil? Preguntaremos, también, a quienes niegan la utilidad de la moral espirita, por qué razón, ellos, que exaltaron su sublimidad, son los primeros en infringir la base que es la solidaridad universal? Los Espíritus vienen no sólo a confirmarla, sino en señalar su utilidad práctica, a rendir inteligibles y evidentes las verdades que habían sido enseñadas en forma alegóricas, y a definir los problemas más abstractos de la psicología. Si Jesús ha venido a la tierra para mostrar a los seres humanos la vía del verdadero bien, con la misión de Dios de hacer revivir la ley desconocida, por qué, ahora, Dios, no enviaría a los Espíritus a suscitarla de nuevo, y con mayor precisión, por cuanto ella se olvida para sacrificar todo al orgullo y a la codicia? Quién osaría poner límites a la potencia de Dios, y trazarle las vías a seguir? Quién puede aseverar que los tiempos predichos no estén por cumplirse, y que no hayan venido, ya, aquellos en cuyas verdades mal comprendidas, o falsamente interpretadas, deban revelarse claramente al genero humano para acelerar su progreso? No tienen, quizá, un carácter providencial estas manifestaciones, que se producen, contemporáneamente, sobre todos los puntos del globo? No es más una sola persona, un profeta, que viene a amonestarnos; la luz surge por todas partes; un nuevo mundo, entero, se nos despliega frente a los ojos. Al igual que el descubrimiento del microscopio nos ha revelado el mundo de lo infinitamente pequeño, que no sospechábamos. Lo mismo ocurrió con el telescopio, que nos ha mostrado los billones de billones de mundos, que, igualmente ignorábamos. De igual manera las comunicaciones espiritas nos revelan el mundo invisible, que nos circunda, nos sigue en cada lugar, y toma parte, sin nosotros saberlo, en todo lo que hacemos. Dad tiempo al tiempo, y la existencia de este mundo, que a todos nos espera, será innegable como la del mundo microscópico  y de los mundos perdidos del espacio. Os parece poca cosa el haber aprendido a conocer todo un mundo, el haber sido iniciado en los misterios de la vida de la dimensión espiritual? Es verdad que estos descubrimientos, si así se pueden denominar, contrastan, en parte, con ciertas ideas preconcebidas; pero, no es, también, verdad, que todos los grandes descubrimientos científicos han modificado, dándole un cambio total, aun a las ideas más acreditadas? Y, nada menos, nuestro amor propio se vio obligado a replegarse a la evidencia. Otro tanto ha ocurrido con el Espiritismo, que ya tiene el derecho de ciudadanía entre las humanas disciplinas.
Las comunicaciones con los seres de la dimensión espiritual nos permiten conocer la vida futura con las penas y las recompensas que esperan según nuestros méritos, y en consecuencia, reconducen al Espiritismo a quienes no veían en nosotros más que materia, más que una maquina organizada, y por lo tanto tenemos razón en afirmar que el Espiritismo desplaza al materialismo con hechos. Aunque no produjese más que este fruto, el orden social le debe un reconocimiento; pero, hace mucho más: demuestra los efectos inevitables del mal, y, por lo tanto, la necesidad del bien. El número de quienes ha reconducido a mejores sentimientos, curado de graves inclinaciones, y desviado del mal, es mayor de cuanto se pueda creer y crece todos los días, por cuanto, para ellos, el porvenir ha dejado de ser vago, indeterminado, una simple esperanza, sino una verdad, que se comprende y se explica por cuanto se ven y se sienten quienes, habiéndonos precedido en la dimensión espiritual, lamentarse o alegrarse de cuanto han hecho sobre la tierra. Todo aquel que ha sido testigo reflexiona, y siente la necesidad de conocerse, juzgarse y enmendarse". (Allan Kardec).


COMENTARIO EXEGÉTICO DE GIC:

 Se le atribuye, en variadas fuentes, al califa Omar, la destrucción de la biblioteca de Alejandría; se cree que dijo: -“Si contiene, únicamente, lo que se encuentra en el Corán, es inútil, y por lo tanto, se debe quemar; si, después, contiene otras cosas, es nociva, y por lo tanto, se debe quemar”.  Pero ello no es totalmente cierto, ya que ella sufrió diversas destrucciones sistemáticas en diferentes épocas, desde Julio César.
Quizá, lo que quedaba de la misma, en el siglo VII de nuestra era, era tan exiguo que no tenía nada que ver con la totalidad de la misma en sus tiempos de mayor esplendor.
En todo caso, es gracias a los árabes, en las escuelas de traductores de Córdoba y Toledo, en España, y en la de Palermo, en Sicilia, más el aporte de los  humanistas en los siglos XIV, XV y XVI, que se salvan las pocas obras que nos quedan de la antigüedad clásica.
Los árabes las tradujeron del griego al árabe, y de éste al castellano. Esa destrucción masiva del gran legado de la antigüedad clásica, mediante la cual se perdió en torno al 80% del mismo, fue debido a ese movimiento que naciera en el primer concilio de Nicea, en el año 325 de nuestra era.
Frente al mismo, el Islam representó un punto de equilibrio en la historia del mundo occidental, que evitó que el oscurantismo se impusiera en mayor grado, evitando la destrucción total del acervo cultural de la humanidad. Es la ley de acción y reacción; la luz que evacua la oscuridad.
Sólo basta encender la luz de la Doctrina Universal, lo demás vendrá por añadidura. La Civilización Árabe, mediante su extraordinario aporte, cuyo iniciador más representativo fuera Mahoma, representa una poderosa luz frente al oscurantismo medieval, y aún, en la actualidad, con su elevada e inspiradora espiritualidad directa centrada en el Creador Universal.
    Hasta quienes, en un momento dado, se hayan constituido en detractores del progreso, como los fueron aquellos iniciadores del Concilio de Nicea, y los que después les han seguido, en la larga noche oscura de la Edad Media, y el contingente remanente que aún persiste, se verán obligados, por la acción de la ley cósmica, a cooperar por la difusión de la luz de la verdad universal.
     Como decía Don Quijote, parafraseándolo: -"Hay que deshacer los entuertos". El que difunde equívocos hoy, por la acción coactiva de la Ley Cósmica, o por el impulso de la propia conciencia, volverá al planeta tierra, tantas veces como sea necesario para dejar establecida la verdad fundamental que debe imperar, libremente, como guía de todos los seres humanos.

sábado, 6 de abril de 2013

1014. Cómo es que algunos Espíritus, quienes en su lenguaje revelan la propia elevación, han respondido a personas serias, sobre el infierno y el purgatorio, según la idea común?


COMENTARIO EXEGÉTICO N° 1014.

©Giuseppe Isgró C.


1014. Cómo es que algunos Espíritus, quienes en su lenguaje revelan la propia elevación, han respondido a personas serias, sobre el infierno y el purgatorio, según la idea común?
-“Han debido hablar un lenguaje comprendido por las personas que les interrogaban: cuando estas son muy embebidas de ciertas ideas, no quieren contradecirles muy bruscamente para no ofender sus convicciones. Si un Espíritu dijese, sin precauciones oratoria, a un musulmán, pongamos por caso, que Mahoma no es un profeta, no tendría, en verdad, muy buena acogida”-.
Esto se comprende de parte de aquellos que nos quieren instruir; pero no explica, como ciertos Espíritus, interrogados en torno a su estado, hayan respondido que sufrían las torturas del infierno, o del purgatorio?
-“Cuando son Espíritus inferiores y no del todo despojados de la materialidad, conservan, en parte, las ideas terrestres, y exprimen sus impresiones con términos que les resultan familiares. El encontrarse en un ambiente en el que, a ellos, no le permite escrutar plenamente el porvenir, determina que, frecuentemente, Espíritus que se encuentran en la dimensión espiritual, de  reciente data, hablen como lo habrían hecho en la corporal. Por infierno debe entenderse una vida de pruebas severas con la incertidumbre de otra más benévola. Por purgatorio, que sentís combatida, de pruebas, pero con la conciencia de un porvenir mejor. En algunas ocasiones en que vosotros experimentáis una gran insatisfacción, no decís que sufrís un infierno, o como un condenado? Es evidente que estas son palabras expresadas en sentido figurado”-.

COMENTARIO EXEGÉTICO GIC: 

La calificación con la que Mahoma ejerció su misión fue la de Mensajero de Dios, divulgando el mensaje de la unicidad de Dios, para contrarrestar aquella idea de la trinidad que había nacido en el primer Concilio de Nicea, en el año 325 d.n.e., que tergiversaba la realidad histórico-espiritual existente hasta ese momento. 
La obra de espiritualidad y la civilización árabe que contribuyó a gestar, en el mundo occidental, es una labor admirable y digna de estudio, por cuanto sus poetas, pensadores y filósofos, han escrito algunas de las páginas más hermosas de sabiduría, en el planeta tierra, y divulgado el mejor ejemplo de espiritualidad directa y sin intermediarios, centrada en el Creador Universal, tanto por el islamismo, como por los sufíes y derviches danzantes, representando, en el mundo occidental, el equilibrio y la luz, frente al oscurantismo de toda la edad media y siglos posteriores, y aún, el sufismo constituye un excelente modelo de espiritualidad y sabiduría que siguen las mentes más brillantes del planeta tierra.

REENCARNACIÓN DEL ESPÍRITU


COMENTARIO EXEGÉTICO N° 1010.

REENCARNACIÓN DEL ESPÍRITU

©Giuseppe Isgró C.


1010. La idea de la Resurrección de la carne es, quizá, la confirmación de la Reencarnación enseñada por los Espíritus?
-“Precisamente. Estas palabras, como tantas otras, si se toman al pie de la letra, son absurdas, e inducen al error. Es preciso darle una interpretación lógica, en lo que verdaderamente se quiere significar con ellas, para que puedan pasar la prueba de quienes vosotros llamáis libres pensadores”-.
-“Estos libres pensadores, son buscadores con mentes abiertas, que tienen, más que nadie, sed del porvenir; pero no pueden admitir lo que es contrario a los principios de la ciencia. La doctrina de la pluralidad de las existencias es conforme a la justicia de Dios; ella sola puede explicar lo que sin ella es inexpugnable, y, por lo tanto, la ley de la reencarnación forma parte de la verdad universal”.

COMENTARIO EXEGÉTICO GIC: 

Cuál era la acepción que los antiguos le daban a la palabra resurrección? Recordemos, en primer lugar, las palabras de Pablo de Tarso, en la primera epístola a los Corintios, libremente parafraseadas: -“El que baja a la tierra es el cuerpo, el que resucita es el Espíritu”-. 
Esto, ya, de por sí, deja claro de que, de lo que se trata es del Espíritu. Ahora, bien, profundizando en mayor grado, en la doctrina antigua, se denominaba como resurrección, -después del paso a la dimensión espiritual-, el acto en que el Espíritu adquiría consciencia de que había desencarnado, y se encontraba, ya, formando parte de la misma. 
    La adquisición de este estado de conciencia pasa por el proceso siguiente: El espíritu, al desencarnar, generalmente, no se da cuenta, enseguida, del paso que ha dado; se ve separado de su cuerpo, que se encuentra como dormido, él se observa, a sí mismo, en pleno movimiento, se acerca a las gentes, familiares y amigos, les toca, les habla, y se sorprende de que nadie le hace caso.
 Este estado de turbación por el que pasa el Espíritu, puede tener una duración más o menos larga, de acuerdo a su estado evolutivo o apegos materiales. Puede durar horas, días, meses o años. 
En línea general, no es mucho tiempo, se trata de horas o días, salvo excepciones. Generalmente, los guías espirituales, los Espíritus afines, de familiares o amigos, que, generalmente, les reciben, en la dimensión espiritual, le ayudan, en estos casos, a adquirir la conciencia de su nuevo estado, ya que, el Espíritu, cree que, todavía, se encuentra en la dimensión física. 
A tales efectos, entre otras cosas, se le sugiere que se toque las manos, los  brazos, u otra parte del cuerpo, para ver que pasa. 
Entonces se convence de su nuevo estado. A esto es a lo que se le denominaban resurrección. Evidentemente, en lo que se refiere a la vuelta a la dimensión física, se trata de la reencarnación del Espíritu en un nuevo cuerpo. 
Este proceso, regido por la ley de reencarnación y otras leyes coadyuvantes, no tiene límites, en el espacio y en el tiempo, continuándose, oportunamente, en otros mundos más avanzados, para aprender, o, en otros de menor nivel, para enseñar.

LAS SANCIONES NO SERÁN JAMÁS ETERNA?



       LAS SANCIONES NO SERÁN JAMÁS ETERNA?

Autor: Allan Kardec
Versión castellana de: Giuseppe Isgró C.


1009. Si es así, las sanciones no serán jamás eternas?

-“Interrogad vuestro buen sentido, vuestra razón, y preguntaos si una condena a una pena eterna por cualquier momento de error no sería la negación de la bondad de Dios! Y, en verdad, qué es aún la vida más larga en comparación con la eternidad? Eternidad! La comprendéis bien esta palabra? Sufrimientos, torturas sin fin, sin esperanza, por algún paso en falso? Vuestro criterio, no aborrece un tal pensamiento?”-.

-“Que los antiguos hayan visto en el Creador del Universo un Dios terrible, celoso, vengativo, se comprende: en su ignorancia han atribuido a la Divinidad las pasiones de los seres humanos; pero ese no es el SER UNIVERSAL, que coloca el amor, la solidaridad, la bondad y el olvido de las ofensas entre las más importantes virtudes. Sería posible que Dios no poseyera, en sí mismo, las cualidades que nos impone como un deber? 

No se contradice quien quiere atribuirle la bondad infinita y la venganza sin fin? Dicen que él, ante de todo, es justo y que el ser humano no comprende la justicia; pero la justicia no excluye la bondad, y Dios no sería bueno si condenase a sanciones horribles, eternas, a la mayor parte de los seres. Podría, Él, obligar a los humanos a la justicia, si Él no le hubiese proporcionado los medios de comprenderla? Y, del resto, no es el sublime de la justicia acoplada con la bondad el hacer depender la duración de las penas de los esfuerzos del culpable? En esto reside la verdad del aforismo: A cada quien de acuerdo con sus obras”-.

-“Dedicaos, con todos los medios que se encuentran en vuestro poder, a combatir, a erradicar la idea de la eternidad de las sanciones, sacrílega blasfemia en contra de la justicia y la bondad de Dios, causa principal de la incredulidad, del materialismo y de la indiferencia espiritual, que se difundieron entre los seres humanos desde que comenzó a desarrollarse su inteligencia. El ser humano, apenas disipadas las tinieblas de la edad media, intuyó la enorme injusticia, y no pudiendo aceptar aquella doctrina sin renunciar a la razón, la rechaza, con desdén, y con  frecuencia, conjuntamente con ella, lo hace, también, con aquel Dios en nombre del cual se le pretende imponer. De aquí los innumerables inconvenientes que se han derivado para todos, y a los cuales se viene, ahora, a remediar. El cometido, que os señalamos, no os resultará muy difícil, por cuanto los sostenedores de aquella incorrecta doctrina se han abstenido de pronunciarse con claridad sobre la misma”-.

-“Si bien es cierto que en los Evangelios hay palabras que, tomadas al pie de la letra, inducen a creer que Jesús haya amenazado al culpable con un fuego inextinguible, con un fuego eterno; empero, no se ha comprendido bien que aquellas palabras son simbólicas, y que, en ellas, no hay nada que pruebe la eternidad de las sanciones. Jesús no podía enseñar una doctrina que destruyese la justicia y la bondad del Creador  que él enseñó a amar conscientemente”-.

-“Inocentes ovejas que precisan reencontrar el camino! Sabed distinguir el buen guía, el cual, en vez de querer desterraros para siempre de su presencia, sale a vuestro encuentro para reconduciros a casa”-.

-“Hijos pródigos, dejad vuestro voluntario exilio, y encaminad los pasos hacia el hogar. El Creador os acoge, y no desea otra cosa que celebrar vuestro regreso en la familia”-.

-“Algarabía de palabras! No estáis, aún, satisfechos del costo en sangre? Quisiereis reencender, nuevamente, las hogueras? Se disputa sobre las palabras: eternidad de las sanciones, eternidad de los castigos; pero, no sabéis, entonces, que por eternidad los antiguos entendían bien otra cosa distinta de la que entendéis vosotros? Se consulte la raíz del vocablo, y se descubrirá que el texto hebreo no daba a esta palabra el significado de sin fin, de irremisible, que adquirió después en las traducciones efectuadas por los griegos, los latinos y los modernos. La eternidad de los castigos corresponde a la eternidad del mal. Mientras que, en los humanos, exista el mal, existirán las sanciones; en este sentido se deben interpretar los textos inherentes. Por lo que, la eternidad de las sanciones es relativa, no absoluta”-.

-“Llegue oportuno el día en el que los seres humanos, virtuosos, se revistan de la blanca luz de la inocencia. Desde ese momento cesen los gemidos y el estridor de los dientes. Vuestra razón es, ciertamente, limitada, pero, aún así, es el más grande don de Dios, y es gravísima responsabilidad dejar de usarla. Ahora, no es posible que exista una sola persona de buena fe y que haga uso de la razón, que entienda de otro modo la eternidad de las sanciones”-. 

-“Castigos eternos? Entonces habría que admitir la eternidad del mal. Pero admitir que Dios haya podido crear el mal eterno, significaría negar el más magnífico de sus atributos, es decir, la omnipotencia, ya que no puede ser omnipotente quien es obligado a crear un elemento destructor de sus obras”-.

-“Hijos de los humanos, no volváis más la mirada afanosa en los abismos de la tierra, para buscaros los castigos. Dirigid los ojos a la Divinidad, llorad, esperad, expiad y refugiaros en el pensamiento de un Dios íntimamente bueno, soberanamente potente, esencialmente justo”-.      

-“Alcanzar la unión con Dios es la meta de la humanidad. Para lograrlo son necesarias tres cosas: la justicia, el amor y la ciencia.  Tres cosas opuestas, en cambio, nos alejan de dicha meta: la ignorancia, el odio y la injusticia. Y bien, en verdad, vosotros pisoteáis estos principios fundamentales cuando distorsionad la idea de Dios con la exageración de su severidad. Cómo admitir, de hecho, sin distorsionar la idea de Dios, que pueda haber, en el ser emanado de Dios, mayor clemencia, mansedumbre y auténtica justicia  de cuanta exista en el Creador?    

-“No comprendéis, por otra parte, que, obstinándoos en este absurdo, vosotros destruís, inclusive, la idea de vuestro infierno, rindiéndolo  ridículo e inadmisible a las inteligencias, como es repudiable a las conciencias el horrible espectáculo de los verdugos, de las hogueras y de las torturas de la Edad Media!”-.

-“Y que? Ahora que la era de las inhumanas represalias ha llegado a su término para siempre y excluida de todas las legislaciones humanas, esperaríais, quizá, de darle vida y poderla continuar teniendo oprimido al Espíritu humano con el horror y la angustia de torturas ideales?”-.

-“Hermanos, –y hermanas-,  en Dios, creedlo: si no os decidid a revivir vuestras obsoletas ideas, con benéficos efluvios que de estos tiempos los buenos Espíritus, por voluntad de Dios,  vierten sobre la tierra, y os obstináis en mantenerlas inalteradas e inalterables, las veréis desmoronar delante de vosotros mismos”-.

-“La idea del infierno con sus hornos ardientes y con sus calderas hirvientes, pudo tener alguna eficacia y ser perdonable en siglos de hierro y en tiempos de oscurantismo y de general ignorancia; pero en el siglo XIX es un esperpento que no causa terror a nadie más, y  a lo más, un vano fantasma, bueno para asustar a los niños, que, una vez adultos, se ríen de ello, como del lobo feroz. Persistiendo en esta atroz mitología, vosotros generáis la incredulidad, fuente de disolución social, por cuanto cada orden de sociedad, sin una eficaz sanción penal, viene sacudido y vacila, y termina con precipitarse en el abismo de la anarquía”.

-“Adelante, entonces, seres de ardiente y viva fe, vanguardia de la luz, a la obra!
-“No se trata de sostener viejas fábulas ya acreditadas, sino volver a llamar a nueva vida la verdadera sanción penal bajo formas adecuadas a vuestras costumbres y sentimientos, a la luz de vuestro tiempo y conforme a los dictados de la razón”-.

-“Según la nueva doctrina, quién es el culpable? –Aquel que, por una desviación, por un falso impulso del ánimo, se desvía de la meta de la creación, la cual consiste en el culto armónico del bien, de lo verdadero y de lo hermoso, predicado con la palabra, y con el ejemplo, por uno de los más perfectos modelos de la humanidad: Jesús”-.
-“Cuál es, después, el castigo inherente a esta culpa? –La consecuencia natural de aquel falso impulso, que lo ha hecho desviar de la senda que conduce a la meta, es decir, una suma de dolores necesaria para hacerle aborrecer su imperfección moral. Este es el aspecto que estimula el Espíritu a replegarse en sí mismo, y a desear su rehabilitación, la liberación de la esclavitud del mal”-.  

-“Pretender que sea eterno el castigo de una culpa no eterna, significa quitarle toda eficacia. En verdad; cesad de creer que puedan ser igualmente eternos el bien, que es esencia de el Creador, y el mal, que es contingencia del ser humano! Afirmad, en cambio, la cesación gradual de los castigos y de las penas, a las cuales se llega por medio de las reencarnaciones, y de acuerdo con la razón y con el sentimiento, haréis caer la barrera que la ignorancia y la superstición, no siempre en buena fe, han levantado entre el ser humano y Dios.

Se debe estimular al ser humano al bien y separarlo del mal con la expectativa de las recompensas y el temor de los castigos; pero, se aquellas o estas se les presentan de manera que la razón rehúsa de prestarle fe, perderán toda eficacia; no sólo esto, sino rechazará la idea de aquel Dios en nombre del cual se le presentan. Donde, al contrario, se le muestre en forma lógica el porvenir, inclinará la frente y creerá. Y el Espiritismo, -La Doctrina Universal-, le da esta explicación.

La doctrina de la eternidad de las penas, en el sentido absoluto, hace del Ente Supremo un Dios implacable. Sería lógico decir, de un gobernante que es de excepcional bondad, y benévolo con todos e indulgentísimo, y no quiere más que la felicidad del pueblo que dirige, y después, al mismo tiempo, afirmar, que es celoso, vengativo, inflexible en su rigor, y sanciona con el extremo suplicio, por una ofensa o una infracción de sus leyes, la tres cuarta parte del pueblo, aún a aquellos que las transgredieron por no haberlas conocido? No sería esta una contradicción evidente? Si esto no se puede admitir en un ser humano, como admitirlo en Dios?

Pero no es suficiente. Por cuanto Dios sabe todo, no podía ignorar, al emanar de Él un Espíritu, que habría incurrido en falta y por lo tanto le condenaría desde la formación, al suplicio eterno. Pero esto es imposible, ilógico, mientras que, con las doctrinas de las penas relativas, todo es justificado. Si Dios sabía que el Espíritu habría incurrido en faltas, conocía, también, que tendría los medios de iluminarse con la propia experiencia y por medio de sus mismas culpas. Es preciso que el Espíritu expíe sus culpas para afirmarse mejor en el bien; pero, la puerta de la esperanza no le está cerrada para siempre, y Dios hace depender el momento de su liberación de los esfuerzos que él hace para merecerla. Esto es lo que todo pueden comprender, y que, también la lógica más rigurosa puede admitir. Si las sanciones, en la dimensión espiritual, hubiesen sido presentadas bajo este aspecto, se contarían menos escépticos.

La palabra eterno es usada, frecuentemente, en el lenguaje común impropiamente, para denotar una cosa material o moral de larga duración, cuyo fin no se prevé, si bien se tenga la persuasión de que este fin existe, y llegará. Decimos, por ejemplo, los hielos eternos de las altas montañas, de los polos, aunque sepamos que, de una parte, el mundo físico puede terminar, y, de la otra, que el estado de aquellas regiones puede cambiar por el desplazamiento normal del eje, o por un cataclismo. El vocablo eterno, en este caso, no quiere decir perpetuo, sino al infinito. Cuando se experimenta una larga ausencia de salud, se dice de ese estado que es eterno; de qué hay que maravillarse, por lo tanto, de que Espíritus que experimentan insatisfacción desde hace mucho tiempo, de siglos, de miles de años, digan, quizá, otro tanto? Por otra parte, no se olvide que ellos, dado que su bajo nivel evolutivo no le permite descubrir el extremo del camino, creen que deberán sufrir para siempre, lo cual constituye una parte de la sanción.

Se note, por último, que la doctrina del fuego material, de las calderas y de las torturas, extraídas al Tártaro del paganismo, hoy se encuentra totalmente abandonada. Solamente en las escuelas se imparten estos atemorizadores cuadros alegóricos, como verdad positiva por personas más fervorosas que iluminadas, y con cual perjuicio, sólo Dios lo sabe, por cuanto, aquellas jóvenes imaginaciones, en cuanto se hayan recuperados de su temor, incrementarán el número de los incrédulos. La doctrina moderna reconoce que la palabra fuego es utilizada como figura para expresar un ardor moral. (Ver Nº 974). Quien, como nosotros, ha seguido, en las comunicaciones espirituales, las peripecias de la vida y de las sanciones en la dimensión espiritual, se habrá podido convencer, de que estas,  aunque no tengan nada de material, no son por esto menos dolorosas. Y también, en cuanto a su duración, determinadas personas comienzan a admitirlas en el estricto sentido al cual se ha hecho referencia., pensando que, en realidad, el término eterno se pueda entender como de las sanciones en sí mismas, como efectos de una ley inmutable, y no de su aplicación a cada culpable. El día en que, de manera general se admita esta interpretación, como otras, que constituyen, paralelamente, consecuencias del progreso de la luz, accederán a la Verdad Universal todos aquellos que lo precisen.