COMENTARIO EXEGÉTICO 895
©Giuseppe Isgró C.
895. Aparte
de los defectos y de los vicios, en torno a los cuales nadie puede engañarse,
cuál es el signo más característico de la imperfección moral?
-“El interés
personal. Las cualidades morales son, frecuentemente, como el dorado sobre un
objeto de bronce que no resiste la piedra de toque. Alguien puede estar dotado
de cualidades reales, que le convierten, para el mundo, en una persona de bien;
pero éstas, aunque impliquen un progreso, no resisten, siempre, a ciertas
pruebas y, alguna vez es suficiente tocar la cuerda del interés personal para
descubrir la realidad.
Sin embargo,
el verdadero desinterés es de tal manera raro sobre la tierra, que, si se os
muestra, lo admiráis como una rareza.
El apego
desmesurado a las cosas materiales es un indicio de notoria inferioridad,
porque, cuanto más el ser humano se aferra a los bienes de este mundo, tanto
menos comprende su destino, mientras que, en sentido contrario, con el
desinterés, demuestra que él ve el porvenir desde un punto de vista más
elevado”-.
Allan Kardec
El Librro de los Espíritus
COMENTARIO
EXEGÉTICO GIC:
Percepción
llena de gran agudeza, en la respuesta que obtiene el Maestro Allan Kardec, a
la pregunta formulada, cuando expresa, al inicio de la misma: -"El interés
personal". Luego, se agrega: -"El apego desmesurado a las cosas
materiales es un indicio de notoria inferioridad...". Al final de la
respuesta, agrega: -"..con el desinterés, demuestra que él ve el porvenir
desde un punto de vista más elevado”-.
El desapego,
es, ciertamente, una de las cualidades que reflejan el perfecto autodominio de
las personas, cualidad ésta, que denota el desarrollo superior del carácter.
Empero, este autodominio, para poseerlo, implica la practica de la templanza
como virtud. Pero, la templanza, para que pueda expresarse, precisa el
cumplimiento de los demás valores universales, como el amor, la prudencia, la
justicia, la equidad, cuando se aplica, la compensación, el equilibrio, el
respeto, la compasión, el perdón. Solamente enmarcando los propios
pensamientos, sentimientos, palabras y actos en los parámetros de los valores
universales esenciales, es posible que por encima del interés personal
predomine el sentimiento de lo justo y el cumplimiento del propio deber, para
hacer valer el derecho inherente. La virtud de la vergüenza sigue siendo el
freno esencial para que, cada persona, pueda mantenerse dentro de los límites
del recto camino, es decir: rectos medios de sustentamiento de vida, de
decisiones, de acciones, de esfuerzo y de atención, entre otros importantes
aspectos esenciales.
La educación
en los valores universales, que se precisa impartir desde la más tierna edad,
desde el propio hogar, y en la escuela, desde el inicio de los estudios, es lo
que determinará que las nuevas generaciones emerjan con una comprensión de los
límites de la prudencia y de la aplicación de la justicia en todo lo que se
realiza: justicia para los demás, pero, también, para sí, acorde con la
conciencia de la propia dignidad personal, o auto.estima y/o autoconcepto.
Adelante.
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