El Libro de los Espíritus
Allan Kardec
Versión
castellana y exégesis:
Giuseppe
Isgró C.
Capítulo I
DIOS
3. ¿Podría decirse que Dios sea lo Infinito?
“Sería una
definición incompleta por la limitación del lenguaje humano, insuficiente para
expresar las cosas que son superiores a vuestra inteligencia”.
Dios es
infinito en sus perfecciones; empero, lo infinito es una abstracción. Decir,
por lo tanto, que Dios sea lo infinito, sería tomar el atributo por el sujeto,
y definir una cosa ignota por medio de otra igualmente desconocida.
EXÉGESIS: Dios, El Ser Universal, es infinito en el desarrollo del potencial de
sus atributos divinos, en todas las vertientes y variantes.
Este grado infinito de desarrollo se extiende en el
tiempo, siendo atemporal, es decir, siempre existió dicho desarrollo en la
eternidad pasada. Siempre existirá en la eternidad futura.
Sus vertientes fundamentales también son infinitas
en conocimiento y poder.
Como ley cósmica impresa en la conciencia, expresa
el conocimiento con el lenguaje de los sentimientos de los valores universales.
Ese es el lenguaje del Ser Universal.
Como poder creativo, es ilimitado en todas sus
vertientes y variantes.
Es fuente ilimitada y causa suprema de todo lo
existente, ad infinitum.
Él emana a la conciencia individual, en cada ser de
los cuatro reinos naturales, sin separarse de sí mismo y sin dejar de ser Él
mismo tantas veces como sea necesario para poblar cada mundo del inmenso
universo, siempre en expansión.
Su potencial de auto-expresión en los seres de los
cuatro reinos de la naturaleza es infinito; es decir: Eternamente seguirá
expresándose cuantas veces sea necesario hacerlo.
Se expresa, encontrándose presente, en cualquier mínimo
espacio del infinito universo, simultáneamente.
Se encuentra, simultáneamente, en todas las
conciencias de todos los seres del inmenso universo, en todos los niveles de
expresiones posibles.
Se renueva constantemente en todas las expresiones
físicas del universo, por lo cual, todo lo existente, a nivel físico, dejará de
existir, y se formarán nuevos mundos y expresiones físicas de vida, de acuerdo
a los estados de conciencias que, gradualmente se van expresando en cada ser,
en los cuatro reinos de la naturaleza.
Él se interesa por todas las expresiones de vida,
en los cuatro reinos de la naturaleza, en el inmenso universo, simultáneamente,
expresándose dentro de la conciencia de cada ser, por el lenguaje de los
sentimientos de los valores universales.
Es fuente infinita de provisión en todas las
vertientes y variantes, en la medida que cada ser vaya experimentando niveles
más elevados de necesidades, anhelos y objetivos de autorrealización.
Es el pedagogo universal actuando en la conciencia
de cada ser por medio de los sentimientos de los valores universales.
Dios constituye para cada ser la eterna
polarización, infinita e ilimitada, en el eterno retorno del ser universal
hacia Él.
Es omnisciente: Siempre lo supo todo. Siempre lo
sabrá todo, sin límites de ninguna naturaleza.
Es omnipresente: Se encuentra en la conciencia de
cada ser, al mismo tiempo, en los cuatro reinos de la naturaleza, y en cada
lugar del infinito universo. Nada existe que no sea Él y que no esté en Él.
Empero, no todo lo que existe es todo lo que existe, por cuanto el Todo es todo
cuanto existe y llegará a existir sin límites algunos en el eterno ahora.
**
Un
amigo, L. N., plantea: “¿Es posible pensar que Dios nos afecta en decisiones
directas en nuestro plano humano, en todos los sentidos, de manera que su
conciencia creadora de juicio, de amor, de equidad, entre otros atributos, sea
expresada en un nivel superior? Cómo lo
que planteaba Platón: ¡Que va más allá del mundo de los sentidos al cual
estamos atados”
Sin
dudas algunas, el ser humano, todos los
seres de los cuatro reinos naturales: Humano, animal, vegetal y mineral, como
ya se dijo, han emanado, en un momento dado, a la conciencia individual, en el
Alma Universal, con libre albedrío, y dotados de todos los atributos de la
Divinidad, y de una conciencia que es una réplica exacta de la del Ser
Universal.
Este
ser emanado a la conciencia individual, en los cuatro reinos naturales, en
primera instancia en el Alma Universal, es la misma Divinidad, sin separarse de
sí misma y sin dejar de ser Ella misma, por lo cual su conciencia es
exactamente la misma, en ambos: el ser individual y la Divinidad. La única
diferencia reside en que, en el Ser Universal se encuentra desarrollada en
todas sus vertientes y variantes, en grado infinito, y en los seres
individuales, lo está en estado potencial, que eternamente, cada ser,
desarrollará, sin límites algunos, en el eterno retorno del ser individual al
Ser Universal.
A
medida que el ser individual experimenta necesidades, deseos, anhelos y
propósitos, así como la consciencia gradual de su ignorancia, van emergiendo en
su conciencia las percepciones intuitivas, o inspirativas, es decir, los
sentimientos análogos a los valores universales, o atributos divinos, que le
permiten el darse cuenta de lo justo o de lo injusto, de la verdad o de la
falsedad, de la fuerza o de su ausencia, de la belleza o de la fealdad, del
bien o del mal, que le sirven de parámetros dentro de los cuales orientar, o
reorientar, sus pensamientos, sentimientos, palabras y conducta.
Simultáneamente
al nivel de necesidades, y al conocimiento que percibe, aflora en su ser la
comprensión y el poder potencialmente infinito que posee. Por eso se dice, en
la expresión de Abraham Maslow, que “toda necesidad genera una fuerza
motivadora equivalente, capaz de permitirle, a la persona, u otro ser de los
otros reinos naturales, el desplazamiento desde el lugar en que reside su
necesidad hasta otro en que se encuentra la satisfacción de la misma”.
Si
cada ser fuese capaz de experimentar en grado infinito una necesidad, expresaría
el poder potencialmente infinito del cual está dotado, así como el
conocimiento, y visión, inherentes.
Siendo
la conciencia del ser individual una réplica exacta de la del Ser Universal, el
Ser Universal se comunica con el ser individual, por medio del lenguaje de los
sentimientos –análogos a los valores
universales-, en la conciencia de los seres en los cuatro reinos naturales.
Lo hace, por una parte, con carácter de advertencias coercitivas, en forma de
sentimientos de vergüenza, mediante los cuales se representa lo que resultaría
si llevara a cabo la acción concebida, así como de los estados de certeza si
evita las acciones indebidas y ejecuta las correctas. Si llevara a cabo las
incorrectas, se activa, en forma instantánea, en la conciencia, una acción
coactiva, como reprimenda y de remordimiento, al mismo tiempo, con la
percepción simultánea de haber incurrido en un error, que ya no le dejará
tranquilo hasta que haya reparado el mal ejecutado, o lo haya compensado, o
pedido perdón, simultáneamente, a la persona, o personas, afectadas, según se
trate, en cada caso particular.
Este
mecanismo coercitivo, o coactivo, de Pedagogía Cósmica, lo ejercita ad infinitum el Ser Universal en la conciencia de
todos los seres, en los cuatro reinos naturales, sin afectar al libre albedrío
de cada ser, en todo momento. Es decir, es cada uno de los seres individuales,
en los cuatro reinos naturales, quien toma las decisiones, y por supuesto,
cosecha los beneficios inherentes, o asume las consecuencias de sus acciones.
Este mecanismo coercitivo y coactivo, dentro de la conciencia de cada ser, es
regido por la ley cósmica, de manera general, y en particular, por las leyes de
afinidad, justicia, igualdad, compensación y la del amor, que sintetiza, en sí
misma, todos los valores universales.
Platón,
es uno de los filósofos que por excelencia más profundamente refleja el
conocimiento de los valores universales, y de las virtudes que se derivan de su
puesta en práctica.
Tal
como lo expresa la doctrina de la Masonería Universal, el objetivo esencial de
todo ser es “el estudio de todas las
ciencias, de todas las filosofías, de todas las artes y la práctica de todas
las virtudes”. Empero, para lograr ejercer la práctica de todas
las virtudes, en grado óptimo, es preciso realizar el estudio integral del
Conocimiento reflejado por la Sabiduría de los Valores Universales, cuya
percepción se logra por vía intuitiva, o inspirativa, en la conciencia de los
seres, en los cuatro reinos naturales.
La
intuición es una aptitud perceptiva, comprensiva y realizadora del propio
Espíritu, desarrollada en incontables ciclos de vida anteriores, cuya
experiencia forma parte de su bagaje espiritual. Empero, dicha facultad le
permite percibir la información donde se encuentre, en un entorno físico, o en
la conciencia de cualquier ser de los cuatro reinos de la naturaleza, encarnado
o desencarnado, o en la Conciencia Divina.
En
síntesis, esta intuición puede darse por lecturas de contenidos mentales en su propio
archivo espiritual, o en el de incontable número de seres que contengan la
información, o percibirla directamente de cualquier entorno físico en que se
encuentre, y transferirla, luego, a la conciencia objetiva.
La
inspiración, en cambio, es el fruto de la comunicación de un pensamiento, idea,
o sentimiento, de un Ente
espiritual, encarnado o desencarnado, en el pensamiento y
sentimiento de un ser encarnado, en los cuatro reinos naturales. Igualmente,
por la misma Divinidad, por el sentimiento inherente a un determinado valor
comunicado en la conciencia de cada ser, con funciones pedagógicas, como
acciones coercitivas o coactivas, que fungen de guía certera en las tomas de
decisiones y en la ejecución de los pensamientos, sentimientos, palabras y
acciones.
Es
decir: un trabajo pedagógico de Dios con Dios, o un juego de Dios con Dios,
donde Él mismo respeta sus propias reglas, plasmadas en la Ley Cósmica, impresa
en su conciencia y en la de cada ser, sustentada, ésta, por la sabiduría de los
valores universales, o atributos divinos.